El Dolor Causas y curación – Adolfo Pérez Agustí
El Dolor Causas y curación – Adolfo Pérez Agustí
PDF | Español | 100 MB
Se estima que más del 90% de las consultas médicas tienen como justificación el dolor. Es más, posiblemente si las personas no sintiéramos dolor, seguramente no acudiríamos al médico. El dolor, además, nos alerta de que tenemos un sistema orgánico que está ahí, que funciona sin apenas darnos cuenta y que solamente somos conscientes de su presencia cuando está alterado y dolorido.
Sentir dolor deja desvalidas a la mayoría de las personas, impidiéndoles disfrutar de sus actividades diarias y ocasionando con el tiempo un quebrantamiento de su carácter, involucrando en ello a las personas que les rodean. Hasta tal punto es así, que no hay nada que ocasione más deseos de morir que un dolor intenso y prolongado.
Indudablemente con la llegada de los opiáceos la humanidad ha conseguido controlar cualquier clase de dolor, pero para el dolor normal no existen remedios infalibles, aunque la medicina natural aporta soluciones que aúnan la disminución de los síntomas y la resolución de la enfermedad causante, además de su alta inocuidad. De poco nos valdría mitigar un dolor, si a causa del tratamiento afectamos a otra parte orgánica que tarde o temprano nos ocasionará un nuevo dolor.
Las civilizaciones antiguas que han grabado su historia en tablas de piedra, nos cuentan historias sobre el dolor y los tratamientos utilizados: presión, agua caliente, y el sol. Los primeros humanos que intentaron controlarlo lo relacionaban con el mal, la magia y los demonios, así que el alivio fue inicialmente responsabilidad de los brujos, chamanes, sacerdotes y sacerdotisas, que utilizan las hierbas, ritos y ceremonias como tratamientos.
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Se estima que más del 90% de las consultas médicas tienen como justificación el dolor. Es más, posiblemente si las personas no sintiéramos dolor, seguramente no acudiríamos al médico. El dolor, además, nos alerta de que tenemos un sistema orgánico que está ahí, que funciona sin apenas darnos cuenta y que solamente somos conscientes de su presencia cuando está alterado y dolorido.
Sentir dolor deja desvalidas a la mayoría de las personas, impidiéndoles disfrutar de sus actividades diarias y ocasionando con el tiempo un quebrantamiento de su carácter, involucrando en ello a las personas que les rodean. Hasta tal punto es así, que no hay nada que ocasione más deseos de morir que un dolor intenso y prolongado.
Indudablemente con la llegada de los opiáceos la humanidad ha conseguido controlar cualquier clase de dolor, pero para el dolor normal no existen remedios infalibles, aunque la medicina natural aporta soluciones que aúnan la disminución de los síntomas y la resolución de la enfermedad causante, además de su alta inocuidad. De poco nos valdría mitigar un dolor, si a causa del tratamiento afectamos a otra parte orgánica que tarde o temprano nos ocasionará un nuevo dolor.
Las civilizaciones antiguas que han grabado su historia en tablas de piedra, nos cuentan historias sobre el dolor y los tratamientos utilizados: presión, agua caliente, y el sol. Los primeros humanos que intentaron controlarlo lo relacionaban con el mal, la magia y los demonios, así que el alivio fue inicialmente responsabilidad de los brujos, chamanes, sacerdotes y sacerdotisas, que utilizan las hierbas, ritos y ceremonias como tratamientos.