El Masaje Metamórfico es también conocido como Terapia Prenatal y Metamorfosis. Fue creado a mediados de los años 60, hallándose actualmente en plena evolución, creándose nuevos enfoques y niveles en su contenido teórico y aplicación práctica.
Fue creado por el naturópata y reflexólogo británico Robert St. John, como fruto de su dilatada experiencia terapeutica de más de 60 años. Descubrió la existencia de un mapa psicológico del ser humano, reflejado en el pie, bajo el mapa de los puntos de la reflexología podal.
Gracias a su gran sensibilidad y frecuente práctica, fue descubriendo diferentes áreas de referencia, siendo las principales las zonas del “Padre” y de “la Madre”. Entre ambas zonas se extiende el mapa reflejo del período de gestación. La zona del “Padre” corresponde al momento de la concepción, y la zona de “la Madre” al momento del nacimiento.
Su localización la encontramos a lo largo de la línea de reflejo de la médula espinal, en el borde interno de ambos pies (muy cerca del reflejo de la columna vertebral en la reflexología podal). Consideradas en todo su recorrido nos encontramos con el siguiente mapa:
PRECONCEPCIÓN:
Período durante el que atremos todo un conjunto de influencias, materiales e inmateriales. Se halla situado en un plano mas allá del tiempo y del espacio.
CONCEPCIÓN:
Momento de la formación de la primera célula embrional. Corresponde a la “zona del Padre” y al inicio de la columna cervical, en el mapa de la reflexología podal. Se localiza en la articulación falángica del pulgar.
“COMPROMISO CON LA VIDA”:
Área que corresponde a la primera etapa de la “Postconcepción”, en la que el nuevo ser que deviene, “decide” durante esta etapa si se compromete con su gestación. (En reflexología corresponde al área de la septima cervical o “halux valgus” en el pie). Es momento de darse, en algunos casos, abortos espontáneos, lo cual nos indica que el nuevo ser no quiere continuar su proceso de gestación, por el momento.
POSTCONCEPCIÓN:
Período que transcurre hasta la semana 18ª de gestación. El nuevo cuerpo se forma completamente, aún en miniatura. El alma sólo va descendiendo paulatinamente en sus envolturas terrenales, que se van formando en el seno de la madre elegida.
ANIMACIÓN:
Aquí se halla aproximadamente el punto medio de la gestación, entre las semanas 18ª y 22ª, en un desarrollo regular. El alma desciende un nuevo paso en el feto, y comienza a interaccionar con la madre y su entorno. Comienzan los movimientos, que pueden sentirse a través del vientre materno.
PRENACIMIENTO:
Desde la semana 22ª hasta el momento del parto, aproximadamente entre las semanas 38ª y 40ª, dependiendo de cada caso. Durante este período el nuevo ser, se prepara para su nacimiento a la vida independiente. Durante este período puede aparecer alguna malformación de carácter mental como el “síndrome de Down”, producido por la excesiva prisa del nuevo ser por encarnarse. Tenemos en el autismo su polo opuesto, pues el autista rechaza más bien el compromiso de la encarnación, (de la vida en la materia) y prefiere vivir en su mundo.
NACIMIENTO:
Este área coincide con la “zona de la Madre”, que comprende el tendón de Aquiles y los bordes del talón.
Voy a exponer con mayor amplitud las influencias que acogemos en el momento de la Concepción. Se pueden agrupar en materiales e inmateriales. Las primeras es expresan en el conjunto de la transmisión genética de nuestros padres, o aspecto biológico. Las segundas son aquellas que traemos con nosotros como seres individuales, es decir, el conjunto de nuestra trayectoria espiritual. Junto con estos dos conjuntos de influencias, tenemos todas aquellas, que podríamos denominar “medio ambientales” en un sentido amplio: Mapa de las Constelaciones zodiacales, época histórica de la humanidad, país, cultura, religión, medio social, entorno familiar, etc. Se podrían resumir en la herencia biológica o genética, y en la herencia espiritual individual o karma, influenciadas por todo el conjunto de factores que acabo de mencionar.
Es por supuesto, muy importante el estado anímico de los padres en el momento de la Concepción y durante el conjunto del embarazo, especialmente de la madre. Es muy importante que el hijo sea querido y acogido con amor. Herencia genética = crecimiento físico temporal. Herencia kármica = evolución espiritual eterna.
El practicante de la Técnica o Masaje Metamórfico se sitúa en un estado interior de desapego, permitiendo así que obre la propia Fuerza de Vida del paciente, por nuestro medio, iniciando el proceso de Cambio que necesite. Esta Fuerza curativa proviene del núcleo espiritual del ser humano, que gracias a esta Terapia puede hacerse más presente en nuestras vidas, con la ayuda que esto supone, tanto propia como hacia los demás.
Es importante observar los procesos de enfermedad y las dificultades en nuestro camino de vida, en general, como peldaños de evolución personal, oportunidades de crecimiento y fortalecimiento interior, con frutos personales y sociales.
El Masaje Metamórfico trabaja en un plano mas allá de los síntomas de la enfermedad, en un plano temporal, cuando fue creado el bloqueo o cristalización en el tiempo, liberándolo y deshaciendo sus secuelas, enquistadas en nosotros en forma de patrones mentales caducos. Tiene un especial aprovechamiento dado entre personas cercanas, con las que compartimos lazos familiares, afectivos o de cercana amistad. Especialmente valioso es aquel dado por los padres a sus hijos retrasados, pues conectan con la Fuerza de Vida mejor que nosotros, al hallarse más libres de condicionamientos mentales adquiridos.
Este Masaje puede ser aplicado a todo tipo de personas, y en todas las edades, teniendo presente que actúa con mayor rapidez en los mas jóvenes, y con menor efecto en el caso de hallarse tomando el paciente una medicación química fuerte, como la empleada en problemas mentales, ya que su efecto queda más “anestesiado” ante enfermedades de tipología mental. Procederemos entonces con sumo cuidado, aprovechando los períodos de lucidez del paciente, o contando con el permiso de un familiar para aplicarlo. También se puede efectuar durante el sueño, incluso sin tocar físicamente los pies, recorriendo “la grabación etérica” del período prenatal a una distancia aproximada de 30 cm de la piel.
El trabajo puede ser efectuado asimismo directamente sobre la columna vertebral, aunque esta forma era desaconsejada por Robert St. John, debido a que podía producir reacciones demasiado intensas en el paciente. Prefería trabajar desde los pies, para ofrecerle una “distancia” más creativa y manejable, en su proceso metamórfico. (Existen actualmente modalidades de Masaje Metamórfico, surgidas durante los últimos años que intercalan el trabajo en ambas zonas, además de manos y cabeza).
A modo de resumen, podríamos decir que tenemos tres grupos de pacientes especiales para esta Terapia: niños y adultos retrasados, enfermos terminales y mujeres embarazadas, (en este caso trabajamos también sobre el nuevo ser que deviene).
Es suficiente, en el caso de los adultos con una hora semanal, media con cada pie; para darle tiempo a realizar los cambios que necesite, reacomodándose así al nuevo estado interior que va surgiendo. La forma de aplicación es situarse al lado del paciente, comenzando por el pie derecho. Este lado expresa los contenidos del presente, o lo que somos hasta ese momento. A continuación pasaríamos al lado izquierdo, situándonos de lado. Éste representa la potencialidad futura que se va liberando y apareciendo en nuestras vidas. Masajeamos en una cualidad de acariciamiento libre el borde interno del pie (reflejo del período prenatal), y “la línea del cambio”, situada en la “garganta del pie”, que es la zona de encuentro entre el empeine y la pantorrilla anterior. Incluimos asimismo todo el área del talón. En el caso de los niños, se puede practicar con mayor frecuencia y menor tiempo por sesión, siguiendo sus indicaciones respecto al orden de trabajo con los pies. Ellos reaccionan con mayor rapidez y no pueden permanecer mucho tiempo en la misma postura.
No hacemos diagnóstico, acompañando las posibles reacciones emocionales o fisiológicas que pudiesen aparecer durante la sesión, sin condicionar; es decir, una actitud desapegada aunque sin llegar a la indiferencia. Tampoco importa que se le duerman los pies o que él o ella quedasen dormidos, pues actúa igual. Hay que tener presente que pueden surgir períodos de “reajuste interior”, durante los que se reproduzcan síntomas físicos o actitudes mentales pasadas, esto nos indicará que se ha iniciado el proceso de sanación.
La duración del tratamiento la determina el propio paciente, que es quien dirige su terapia. Añadimos al trabajo de los pies el de manos y cabeza, masajeando en ellas igualmente, las líneas “prenatal” y del “cambio”.
Los pies se relacionan con el movimiento; así cuando sentimos que el paciente comienza a movilizarse interiormente añadimos el masaje de manos y cabeza, dividiendo la hora de sesión en tres partes (40, 10 y 10 minutos).
Las manos representan la capacidad de actuación, y la cabeza los esquemas de pensamiento que utilizamos.
Con el trabajo del Masaje Metamórfico ayudamos a la “Fuerza de Vida” del paciente a iniciar el movimiento de cambio, que se expresará en lo que pensemos y hagamos, a partir de entonces. En los pies se refleja el ser humano completo, y desde ellos podemos inducir cambios globales. Aprendemos a “leer” aspectos de la persona con la que trabajamos...por ejemplo ante arcos plantares sobrealzados, nos indicarán una tendencia de la persona a “no tomar tierra”; mientras que el “arco vencido” de un pie plano nos indicará la tendencia de una excesiva caída en la gravedad. También nos fijaremos en el estado de los dedos, uñas, durezas, humedad de la piel, circulación periférica, etc. Todo ello nos va a servir de referencia pero sin apegarnos, para no condicionar nuestra actitud de entrega a la necesidad del paciente, ni menos de extraer conclusiones “simplistas” de su estado, basándonos en estas observaciones.
Robert St. John nos dice que la estructura mental de la persona se manifiesta en el armazón óseo, la vida emocional se halla relacionada con el estado de músculos y órganos, mientras que los fluídos corporales nos hablan de la dirección que imprimimos a nuestras emociones. Todo ello nos resulta de ayuda, así como la observación de su forma de andar, de moverse, pero sobretodo atenderemos a lo que nos diga, es decir, a su expresión consciente por medio de la palabra, sin emitir juicios ni dejarnos llevar por condicionamientos, propios o ajenos.
Existen otros dos niveles de trabajo con el Masaje Metamórfico, el desarrollado por Gaston St. Pierre, alumno de Robert, llamado de los “Siete Principios Universales”, relacionados con la evolución psicológica del individuo en relación a las Siete grandes Leyes Espirituales del Hermetismo, (recogidas en El Kybalion).
Otro nivel, esotérico, relaciona los tres centros: del Movimiento, de la Acción y del Pensamiento con Las Fuerzas Obrantes de Las Tres Personas Divinas. También existen algunos terapeutas que han desarrollado su propia forma de trabajo con este Masaje, combinándolo con recorrido de columna o equilibramiento de chakras.
Añadiré unas breves referencias sobre el proceso biográfico de la persona. Provienen de la investigación y práctica terapeutica del psicólogo holandés Bernard Lievegoed, recientemente fallecido. Nuestro desarrollo vital atraviesa diferentes fases evolutivas, que se desenvuelven por septenios. A cada etapa de maduración biológica, corresponde también una etapa de maduración anímica, ciclos de siete años; que pueden agruparse en tres grandes etapas: Desarrollo Biológico (de 0 a 21 años), Desarrollo Anímico (de los 21 a los 42 años), Desarrollo Espiritual (a partir de los 42 hasta el momento de la muerte. Etapa de creatividad y madurez, aportación al mundo).
Junto a estos períodos, discurren paralelamente otros más abarcantes llamados Nodos Lunares, que se producen cada 18 años y 9 meses. En ellos se reproducen las condiciones zodiacales del nacimiento y son puerta de profundos cambios en nuestra vida, si los sabemos aprovechar. Sobre estos temas hablaré con mayor detenimiento en próximos artículos.
Cada etapa de 21 años detallada arriba, comprende tres septenios, es decir, tres septenios de maduración biológico-física, tres de maduración anímica y tres de evolución espiritual, a partir de los cuales somos portadores de sabiduría, si es que hemos realizado un adecuado camino vital. |
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