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lunes, 16 de noviembre de 2015

Manual de terapia gestáltica aplicada a los adolescentes, 3ra Edición – Loretta Cornejo

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Manual de terapia gestáltica aplicada a los adolescentes, 3ra Edición – Loretta Cornejo

No me es fácil sentarme a escribir sobre los adolescentes. Tal vez sea porque dentro de mi práctica y entrenamiento profesional empe­cé con los niños, luego me animé con los adultos y con los adoles­centes fue un amor tardío. Pero, como todo amor tardío, fue fulmi­nante. Aún recuerdo como empezó todo: un buen día, tenía un ado­lescente en sesión: una chica de quince años que me miraba con sus grandes ojos, estuvimos juntas un año y medio, lo que nos permitie­ron sus padres, ya que fue una terapia llena de peleas entre ellos. Pero luego de esta experiencia, me sentí tan cómoda con ellos (los adolescentes, no los padres que se pelean) y al mismo tiempo con tanto mundo por recorrer, que son ya muchos años los que llevo tra­tando de acompañarlos en su proceso de crecer y ellos enseñándome a retardar mi momento de envejecer.
Nuevamente planteo otro vacío dentro de la terapia humanista, acerca esta vez no ya de los niños, sino de aquellos personajes que están intentando dejar de serlo, los adolescentes. Tal vez la explica­ción de este vacío es que no existe un lugar cómodo donde “catalo­garlos”, ¿en la niñez?, ¿en la edad adulta?, ¿todo esto se queda en la duda, o en la inconsciencia?, ¿qué es un adolescente, a qué edad nos referimos, es un púber, es un joven o qué es?
El terapeuta de adolescentes tiene que manejar un poco de todo: la niñez, la adultez, la madurez, los altibajos, lo fisiológico, lo aními­co. Todo esto y mucho más nos espera en nuestro viaje a través de este crecimiento que muchos chicos no quieren y otros lo desean demasiado pronto.
La adolescencia es un enigma, porque cada uno es diferente, pero también es igual al otro, ¿dónde están los parecidos y dónde las diferencias?
Pienso que un requisito básico para trabajar honradamente en este campo es recordar y traer siempre al presente, al “Aquí y Aho­ra”, nuestra propia adolescencia, con sus experiencias claras y confu­sas, con todo el legado que aún cargamos dentro de nuestro corazón, de nuestros primeros amores, nuestras primeras peleas, el hastío de nuestras familias, las peleas constantes y los reclamos soterrados.
Una pregunta está siempre presente en este doloroso crecimien­to: “¿Por qué nadie me entiende?”.
Todo terapeuta de jóvenes tiene que aprender a tolerar este recla­mo y esta queja de no ser “aquella persona que sí lo entenderá por encima de cualquier ruptura de límites” ni tampoco “aquél que se convierta en uno más de los representantes del mundo de afuera que intentan cuidarlo”.
Tarea difícil, pero no imposible, será el tratar de ser nosotros mis­mos, por primera vez, desde el rol del terapeuta, sin encuadres ni teo­rías, sólo una persona al lado de otra, queriéndola y sosteniéndola.
En la terapia de adolescentes no puede haber rigidez, pero tam­poco demasiada permisividad que haga que el joven pierda su bús­queda de referencias. Aunque quiera alejarse cada vez más de sus padres para poder crecer y ser mayor, eso no significa que tenga que separarse del mundo de los adultos.
Formato:  pdf Comprimido:  Sí Peso:  20.49 MB Lenguaje:  Español