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Manual de terapia gestáltica aplicada a los adolescentes, 3ra Edición – Loretta Cornejo
No
me es fácil sentarme a escribir sobre los adolescentes. Tal vez sea
porque dentro de mi práctica y entrenamiento profesional empecé con los
niños, luego me animé con los adultos y con los adolescentes fue un
amor tardío. Pero, como todo amor tardío, fue fulminante. Aún recuerdo
como empezó todo: un buen día, tenía un adolescente en sesión: una
chica de quince años que me miraba con sus grandes ojos, estuvimos
juntas un año y medio, lo que nos permitieron sus padres, ya que fue
una terapia llena de peleas entre ellos. Pero luego de esta experiencia,
me sentí tan cómoda con ellos (los adolescentes, no los padres que se
pelean) y al mismo tiempo con tanto mundo por recorrer, que son ya
muchos años los que llevo tratando de acompañarlos en su proceso de
crecer y ellos enseñándome a retardar mi momento de envejecer.
Nuevamente
planteo otro vacío dentro de la terapia humanista, acerca esta vez no
ya de los niños, sino de aquellos personajes que están intentando dejar
de serlo, los adolescentes. Tal vez la explicación de este vacío es que
no existe un lugar cómodo donde “catalogarlos”, ¿en la niñez?, ¿en la
edad adulta?, ¿todo esto se queda en la duda, o en la inconsciencia?,
¿qué es un adolescente, a qué edad nos referimos, es un púber, es un
joven o qué es?
El
terapeuta de adolescentes tiene que manejar un poco de todo: la niñez,
la adultez, la madurez, los altibajos, lo fisiológico, lo anímico. Todo
esto y mucho más nos espera en nuestro viaje a través de este
crecimiento que muchos chicos no quieren y otros lo desean demasiado
pronto.
La adolescencia es un enigma,
porque cada uno es diferente, pero también es igual al otro, ¿dónde
están los parecidos y dónde las diferencias?
Pienso
que un requisito básico para trabajar honradamente en este campo es
recordar y traer siempre al presente, al “Aquí y Ahora”, nuestra propia
adolescencia, con sus experiencias claras y confusas, con todo el
legado que aún cargamos dentro de nuestro corazón, de nuestros primeros
amores, nuestras primeras peleas, el hastío de nuestras familias, las
peleas constantes y los reclamos soterrados.
Una pregunta está siempre presente en este doloroso crecimiento: “¿Por qué nadie me entiende?”.
Todo
terapeuta de jóvenes tiene que aprender a tolerar este reclamo y esta
queja de no ser “aquella persona que sí lo entenderá por encima de
cualquier ruptura de límites” ni tampoco “aquél que se convierta en uno
más de los representantes del mundo de afuera que intentan cuidarlo”.
Tarea
difícil, pero no imposible, será el tratar de ser nosotros mismos, por
primera vez, desde el rol del terapeuta, sin encuadres ni teorías,
sólo una persona al lado de otra, queriéndola y sosteniéndola.
En
la terapia de adolescentes no puede haber rigidez, pero tampoco
demasiada permisividad que haga que el joven pierda su búsqueda de
referencias. Aunque quiera alejarse cada vez más de sus padres para
poder crecer y ser mayor, eso no significa que tenga que separarse del
mundo de los adultos.
Formato: pdf Comprimido: Sí Peso: 20.49 MB Lenguaje: Español
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